Por: Judith E. Bonilla
En este duro caminar cuando se pierde a una hija (en mi caso), se da uno cuenta que nunca se va a estar preparado para perder un ser amado, mucho menos un hijo. Mi hija partió hace un año y dos meses, y siento que recién acaba de ser. Para mi esto fue devastador, cortaron una parte de mi ser. Quienes han pasado por esto saben lo que se siente perder a un ser a quien se ama tanto, un pedacito de ti.
Un año y un mes antes de perder a mi hija, yo había perdido a mi amada madrecita, ella era el centro de mi familia, y la verdad no me recuperaba de su pérdida cuando mi hija, con 27 años, linda tanto física como interiormente, inteligente, con tantas ilusiones y metas por realizar… me fue arrebatada de una forma violenta, sin ningún aviso. Un dolor desgarrador, no quieres vivir, pierdes tu fe, no encuentras motivos para seguir luchando, aunque a tu alrededor estén tantos seres amados que también te necesitan, incluyendo a otro u otros hijos.
En el transcurso de mi vida he tenido pruebas muy duras que superar, entre ellas mi divorcio y haberme quedado con tres hijos a quienes sacar adelante, pero Dios me hizo fuerte… (Eso pensaba yo) pero la pérdida de mi hija no tiene comparación con otro tipo de perdidas, es un dolor tan devastador, tan profundo, tan fuerte que pensaba que no podría salir.
En este proceso yo he tratado de buscar ayuda, sobre todo porque mi hija (madre soltera) me dejó una pequeña de cinco años, y le prometí en sus últimos momentos que la sacaría adelante, además Dios me dio otros dos hijos maravillosos, hermanos preciosos, una familia que ha sido mi refugio y mi ayuda para salir adelante. También Dios me ha permitido encontrar en este duro proceso, una amiga quien también perdió a su hijo, y con su actitud y servicio a personas que están pasando por la misma situación, me ha inspirado a ser fuerte, es mi ejemplo a seguir, pues me ayuda a seguir adelante con sus palabras oportunas de aliento. No sé como lo hace porque también para ella es duro, pues está enfrentando el mismo dolor, pero Dios la puso en mi camino y bendigo su vida. También he conocido a otras madres que les ha tocado afrontar esta pérdida y lo que más admiro de todas ellas, es que en medio de su dolor se han dedicado a brindar ayuda a personas que están pasando por el mismo proceso, eso me parece increíble.
En los primeros días de mi duelo mi hermano me regaló un libro y he recibido algunos más de amigos a los que quiero mucho, y yo decía como pueden pensar que yo voy a leer un libro en estos momentos, (y quiero comentarles que siempre me ha gustado leer) y menos con el tema de la perdida de un ser querido, no quería ni verlo. Pero empecé con el libro que me regaló mi hermano titulado CUANDO LO QUE DIOS HACE NO TIENE SENTIDO, (De verdad lo recomiendo), que en principio, son casos reales, y después se de uno cuenta que somos tantas las personas que estamos en este proceso, que hasta que no te toca pasar por esta situación, lo ves tan lejano, como que nunca te va a pasar. No es fácil empezar a leer un libro de esta naturaleza, yo pase siete meses para empezar y me daba pena, porque me preguntaban “Ya leíste el libro? yo sé que te va a ayudar”, y me resistía…pero Dios tiene miles de formas de darte consuelo y de ayudarte a que salgas adelante. He estado leyendo a partir de ese primer libro, varios libros, porque siento que me ayuda mucho el documentarme y tratar de entender del alguna manera la muerte de mi amada hija.
Algunos más que recomendaría, por ejemplo, son 90 MINUTOS EN EL CIELO, de Cecil Murphy los de la doctora Elizabeth Kubler Ross, ella es una Psicóloga muy reconocida y tiene varios libros, NO MUERAS CON TUS MUERTOS del Escritor Rene Juan Trossero. Sé que serán de gran ayuda.
Espero que esto sea de bendición para la vida de los que puedan leer mi testimonio, porque el exponer de alguna manera mi caso, lo que siento y la forma que he buscado para auto ayudarme, ha sido muy importante para tratar de recuperarme, y me ha hecho pensar que Dios da estas pruebas a personas que el sabe que vamos a poder resistir.