Aún cuando no lo creas posible, volverás a SONREIR

Aún cuando no lo creas posible, volverás a SONREIR

Cuando mi hijo Alex partió al cielo de una manera repentina, nunca pensé que volvería a sonreir.Todo este tiempo he caminado un día a la vez, porque simplemente no tenía capacidad de más. En un instante ví como los sueños, planes y propósitos que tenía para mi familia y para mí, se hicieron pedacitos y cayeron al piso de una manera estridente,  haciendo mucho, mucho, mucho ruido. Un ruido que pensé que  permanecería para siempre, con un dolor que no se puede ni  explicar, pero que era como una lanza punzante que atravesaba mi corazón de madre hasta lo más profundo.

Dios ha estado conmigo a cada minuto y con su amor y compasión me ha acompañado. Ha llorado conmigo, me ha levantado y caminado paso a paso, pero también, cuando no he podido más, se ha sentado a mi lado para tomar nuevas fuerzas y seguir el camino de la fe, de la vida y de la oportunidad que he escogido. Lo digo, porque bien pude haber tomado el camino de la perdición, la desesperación y la amargura. Han habido muchos gigantes que enfrentar.

Uno de ellos fué el último viaje realizado con mi familia. En lo profundo de mi ser tenía mucho temor. La última vez que tomamos un crucero éramos los 4 y ahora nos tocaba solamente ir los 3. Físicamente, faltaba alguien muy importante. Pasaron muchas imágenes a mi mente de la familia completa y mi corazón empezaba a palpitar fuertemente. Sentía ganas de salir corriendo… pero, a donde???? Así que decidí empezar a cambiar mi actitud y en vez de desesperarme por su ausencia, comencé a agradecer cada momento vivido con él y que ahora son hermosos recuerdos.

Decidí hacer lo mismo, ser intencional en crear momentos inolvidables para el corazón de mi familia, y porque no decirlo, para mi vida también.  La vída es tan frágil… y de lo que estamos seguros es que tarde o temprano, también partiremos al viaje sin retorno. No sé a quién de nosotros le tocará primero, pero lo que si sé, es que los momentos vividos, son los tesoros más grandes que permanecerán en el corazón de los que quedan.

No se trata de grandes cosas, es tiempo de vida compartido. Un atardecer juntos, una caminata, una carcajada juntos, un cafecito, ver una película acostados en la sala con una colchita, un delicioso cafecito con una champurrada…mmm..eso no tiene precio. Es solamente darle prioridad a lo que realmente es valioso. Han pasado 3 años y medio y HOY, puedo decir que Dios ha sido bueno, que Su fidelidad es grande y que la paz que El da, sobrepasa todo entendimiento humano.

Al inicio de este 2015 hice una oración: Señor, ayúdame a volver a soñar!!! y estoy segura que lo está haciendo. Te invito de corazón a hacer lo mismo.

Con amor, Vilma.