Por: Licda. Gabriela Guerrero Veliz/ Centro APSI
La muerte es un tema difícil de abordar, ya que a nivel cultural nos han enseñado que “es algo malo” que “no se habla” siendo un tabú. La muerte es percibida como una situación amenazante pero en otras épocas y culturas la muerte ha sido vista como un proceso natural, ya que vivir y morir son una dualidad inseparable puesto que vivir es caminar para morir, por lo que deberíamos educar a la niñez en el tema de la muerte, pero en la práctica esto no sucede.
Cuando una persona muere y existe un niño a quien informar lo sucedido muchas veces el adulto no sabe manejar la situación, ya que al ser un tema que no se habla esperan que el niño comprenda lo que esta sucediendo sin hablárselo o “que con el tiempo vayan descubriendo que fue lo que pasó”. Existen familias que deciden ocultarle al niño lo sucedido y al hacerlo se lastima de tal manera que dichas heridas serán marcas que se llevarán toda la vida.
Es importante que el niño sea informado de lo sucedido, pero la pregunta sería ¿cómo hablarlo?, a continuación se darán algunas pautas que se deben tomar en cuenta:
– La persona que informa al niño debe ser de preferencia padre o madre, si esto no es posible, deberá ser una persona adulta en quien el niño confíe.
– Hay que utilizar las palabras que son, muerte, accidente, cáncer, enfermedad; ya que le ayudará al niño a comprender lo sucedido. Muchas veces por intentar ayudarle creamos escenarios confusos donde se despiertan aun más dudas. Los detalles no son necesarios, un ejemplo sería “te acuerdas que tu padre fue a un viaje en carro, pues tuvo un accidente en el carro y lamentablemente falleció”.
– Hay que mostrar al niño que es válido y normal sentir, un ejemplo sería “me siento muy afligida por lo que le sucedió a tu padre, siento como que no fuera cierto, aun no lo creo y me duele mucho”. Expresar los sentimientos en comunidad es aun más valioso que hacerlo en solitario y a escondidas. Pero recordemos que hay momentos donde la persona puede estar tan aturdida que no logre llorar ni expresar, y eso también se vale.
– Al hablar de muerte hay que explicar que: a) todo ser vivo muere, nadie se salva de la muerte, todos morimos; b) la muerte es permanente, nadie regresa de la muerte; c) cuando alguien muere el cuerpo deja de funcionar, algunos dicen “esta durmiendo”, dicha frase confunde al niño. Es importante explicar que el cuerpo ya no es funcional; d) la continuidad no corpórea, que la persona continúa su camino sin la utilización de herramientas terrenales y corpóreas.
– El niño puede participar en los ritos, no como obligación sino como derecho que tiene a despedirse y cerrar etapas de vida. Dependiendo de la edad es recomendable que asistan un momento al velorio o al entierro, si esto no es posible, los ritos post-mortem cumplen esta función.
Muchas veces como adultos queremos proteger a la niñez del dolor que causa la muerte de un ser querido, pero eso no es posible y al intentarlo les podemos causar más dolor y confusión. El reto es lograr hacerles partícipes y acompañarles en el proceso que será doloroso. La forma en que el niño sea involucrado en la muerte de un ser querido le beneficiará o perjudicará para la elaboración del duelo, el cual es importante para poder sanar y tener una vida saludable y plena.
Centro de Atención Psicológica APSI
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