Por: Vilma Marroquín de Rodríguez
Al iniciar este nuevo año, una querida amiga dice: PRUEBA SUPERADA. Una pequeña afirmación que significa tanto.
¡Cuánto pasamos pensando en cómo íbamos a enfrentar las fechas de fin de año! Y ahora, ya pasaron…unos estuvimos mejor de lo que pensábamos, a otros nos fue mas difícil, pero al final, aunque nadie nos lo reconozca, fuimos vencedores en medio de la adversidad y la ausencia. Con la ayuda de Dios, estamos iniciando este nuevo año.
Por todos los medios nos empiezan a motivar a hacer los planes para este nuevo año. Algunos ya pueden hacerlo y a otros nos cuesta todavía. Muchos de nuestros planes, sueños y proyectos ya no serán como lo habíamos pensado. Alguien que estaba incluido en ellos ya no está. Por lo anterior, podemos permitir que las circunstancias de la vida nos fortalezcan o nos destruyan. Un factor determinante en esto es nuestra actitud.
Decidamos hoy aplicar lo siguiente «Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas» Mateo 6:34.
Hemos experimentado que la vida es tan frágil. En un abrir y cerrar los ojos, nos puede cambiar. Así que vivamos cada día al máximo, dándole importancia a lo que realmente es importante, y ese es, el regalo de la vida y las personas que amamos.
Asombrémonos de lo bello de un amanecer, de cada pequeña cosa que enriquece nuestra existencia, de un abrazo, una sonrisa, un tiempo en familia. Esos maravillosos recuerdos que podemos crear y dejar en corazones de los que nos rodean, porque al final…¿Qué cosas son las que realmente queremos que recuerden de nosotros? Seguramente no es el lujoso carro y el puesto importante que teníamos en la oficina. Serán los MOMENTOS que compartimos, el amor que expresamos y la compañía que dimos lo que será extrañado.
Solos no podremos enfrentar todo lo que nos trae la vida, de muchas cosas no tenemos el control, pero como dice el Salmo «Una cosa sé, ¡Dios está de mi parte! ¡En Dios he confiado, NO TEMERE»!